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Mayte Lacasa

Quisiera hablarte sobre la autocompasión...




Quisiera contarte algunas cosas sobre la autocompasión, porque realmente pienso que es importantísimo poder integrarla en nuestra vida, y en la forma en la que nos tratamos y cuidamos

Así lo ha sido para mí desde luego, tanto que finalmente decidí formarme como profesora. Quería aprenderlo bien para mí, y también quería contribuir a poder trasmitirlo y que quizás le sirviese a alguien más.

La autocompasión va sobre todo, de la forma en la que nos hablamos y tratamos en los momentos difíciles, y la verdad es que aunque todos poseemos la capacidad de ser compasivos, nuestros aprendizajes personales, las creencias y los valores socioculturales, empujan más hacia que nos critiquemos, nos forcemos, y nos faltemos al respeto. Lo hacemos con más frecuencia de la que nuestra maltrecha autoestima, a menudo puede soportar. Y aunque la intención de nuestra voz crítica es buena (quiere que estemos bien y crezcamos, la mayor parte de las veces), lo cierto es que debido a su forma, acabamos empequeñecidos, con un sentimiento de minusvaloración muy profundo.

Somos la sociedad del “Tú puedes”, la sociedad del “tienes que ser feliz todo el tiempo”, y además…. “que se note”. Pero esto no es cierto. No se ajusta a nuestra humanidad. Somos falibles, limitados, vulnerables… así es, nos guste o no… forma parte del pack de estar vivo

En mi, te confieso, hay un parte perfeccionista y exigente, que se agota a menudo cuando se pone a la tarea, o que se siente pequeña y avergonzada cuando tiene que exponerse, como ahora estoy haciendo. Una parte que puede llegar a frenarme y limitarme por la forma en la que internamente me trato, o trato de motivarme.

Con la autocompasión, al ir permitiendo que estas semillas que están en mi florezcan y se desarrollen, he podido progresivamente conectar con un tipo de fortaleza que hasta ahora no había experimentado antes. Algo así como si sintiera que “estoy a muerte conmigo”, siempre a mi lado, pase lo que pase… en lo que consigo, y en lo que fallo… cuando soy exitosa (aquí es muy fácil), y cuando tengo experiencias de error y fracaso…

Hay una certeza que crece día a día en mí, la de saberme con derecho a ser imperfecta, a ser vulnerable, y a poder experimentar miedo, dolor, vergüenza, enfado, y toda la variedad de emociones humanas, cuando voy al mundo a relacionarme con él.

Y entonces, cuando estoy ahí, sintiendo esto, ya no me juzgo por ello, o por lo sucedido. Al contrario, me recojo y me apoyo.

“A muerte conmigo!”, porque además, sé de la buena voluntad de mi corazón. Y entonces, después de recogerme y apoyarme, ya estoy en un mejor lugar para encarar, hacer, decir, restaurar, resolver… lo que necesite.

Hay mucha fuerza ahí, te lo aseguro

Mucha gente cuando les digo que se apunten a ser más autocompasivos, se tiran atrás… “Quita! Quita! Yo no quiero tener lástima de mí mismo”, Y “claro! “ Les digo… esto no tiene nada que ver con la autocompasión. La lástima mira desde arriba. Hay un elevado grado de soberbia en ella. “Tú estás mal y yo no.”

La autocompasión no va de eso.

Va de que “todos estamos en el mismo barco”, eso que desde la autocompasión, se llama “sentimiento de humanidad compartida”. Tú estás mal, te comprendo, sé de qué va esto…. Yo también sé lo que es estar mal, y por eso no me es indiferente.

O al revés, “estoy mal”, sé que todos sabemos de esto, forma parte de nuestra condición humana, así que puedo mirarme con respeto aquí, y cuidarme en lo que necesite.

Me encantaría que saborearas, cómo se siente uno cuándo realmente está, “a muerte consigo mismo”, a su lado incondicionalmente. Hay una gran fortaleza ahí. Una gran humanidad, afecto y ternura, también

La de saber que detrás de ti hay permanentemente un apoyo, tu capacidad de autoapoyo. Menuda maya de seguridad!

Permitirme desarrollar esta habilidad ha sido un punto de inflexión en mi vida, que agradezco poder compartir contigo.




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